BilbaoBilbao 2018. 30 años de autentico cicloturismo

Cielo cubierto y el viento sigue soplando, no ha parado en toda la noche. Son las 6:45 de la mañana, las bicis están listas, la ropa ciclista a su lado y aun por decidir si culotte largo o corto. Me siento en la mesa del desayuno, 4 unidades de insulina rápida en el brazo izquierdo que junto a las 12 unidades de lenta, espero que sean suficientes.


Según vamos acercándonos al puente de Deusto, van apareciendo ciclistas por todas las calles. Salida lanzada a las 8h10 y ahí vamos los dos, Germán en su primera cicloturista y yo luciendo mi primer dorsal diabetico. Ninguno de los dos estamos nerviosos, pero si con esa sensación de cuando te enfrentas a algo nuevo por primera vez. Ademas que el ciclista más grande y laureado del ciclismo, Eddy Merckx de la salida, tiene su valor.

Los primeros kilometros con viento de culo, pero casi parados. En esta edición de la BilbaoBilbao han decidido hacer tres recorridos, y con la limitación horaria para subir el Vivero, muchos ciclistas han decidido salir antes para poder subirlo. Cuesta coger un ritmo cómodo, por los continuos parones y viento a rafagas. 


Kilómetro 40. Antes de subir Unbe, paro y miro la glucosa. nos hacemos una foto y la enviamos a casa, se que al ser la primera cicloturista estarán nerviosos y así verán que todo va en orden. Ascendemos el segundo puerto de la jornada, a ritmo constante, las piernas funcionan y adelantamos muchísima gente. Cuando llegamos arriba Germán con cara de incredulidad pregunta ¿Y esto es un puerto?. Yo no puedo evitar la risa.  Eso si, el descenso es otra historia, con ráfagas de 70kmh es difícil controlar la bici, así que lo mejor prudencia. 


Llegamos en el avituallamiento, nos separamos un poco de la música, yo saco mi glucometro y me miro la glucosa. Germán me hace este robado y el señor que esta detrás suyo pone unos ojos como platos cuando me ve pincharme y demás. Creo que su cara no habría variado mucho si hubiera sacado un kalashnikov. Dos barritas, rellenamos el botellin y a seguir pedaleando. Mucha gente opta por el recorrido corto, nosotros decidimos seguir con nuestro plan, hacer el recorrido clásico.
Empezamos mi parte de la marcha preferida, por carreteras secundarias y descubriendo los auténticos pueblos vizcaínos. Desde Artebarraka hasta Morga, si tienes fuerza es una zona para disfrutar, el tercer y cuarto puerto vamos a ritmo, decidimos parar en el avituallamiento del kilómetro 85 para rellenar los botellines y así hacer nuestra ultima parada antes de la meta.


Subo Morga a ritmo constante, aunque con la dificultad de llevar viento en contra y sin apenas pelotones. Un grupo de amigos, los cuales adelantamos en las subidas y ellos nos superan en las bajadas, nos vuelven a pasar en la bajada de Morga. Y lo que otros años era un paseo por carreteras favorables hasta Bilbao. Esta vez es una lucha constante contra el viento persiguiendo al grupo de amigos que siempre lo tenemos a 200 metros de nosotros y finalmente conseguimos alcanzar a 10 kilometros de Bilbao. 
Últimos kilómetros a relevos y cuando llega el repecho de Begoña, a tope, demostrando de donde somos y como estamos, destrozando el grupo que solo fue salvado por el semáforo en rojo que nos esperaba en el alto. 


Todos juntos entramos en la Gran Vía de Don Diego Lopez de Haro alcanzando nuestro propósito. Y creo que nuestras caras reflejan la alegría que sentimos al cruzar la meta. 

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